La leyenda de José Amalfitani en Vélez: salvó al club con su propia casa y presidente hasta que murió
Pudo ver campeón al club de sus amores un año antes de su fallecimiento. No sólo le dio el nombre al estadio en Villa Luro, sino que en su honor se conmemora en la Argentina el Día del Dirigente Deportivo.

José Amalfitani en el estadio que se construyó en su gestión y lleva su nombre como un merecido homenaje.
José Amalfitani es uno de los nombres más reconocidos dentro de las instituciones deportivas. En primer lugar porque uno de los estadios más importantes del país, la cancha de Vélez Sarsfield, lleva su nombre, pero también y fundamentalmente porque su legado va más allá de los escalones de comento: fue y todavía es un ejemplo de dedicación y de vocación por la vida social de los clubes.
Pepe Amalfitani, un constructor
José Amalfitani nació el 16 de junio de 1894 en pleno Buenos Aires, en las intersecciones de las históricas avenidas Corrientes y Callao. Ya cumpliendo la década, sus padres decidieron mudarse a Flores, donde dirigían un corralón de materiales para la construcción: ese fue el primer oficio de Pepe, quien llegó incluso a ser maestro mayor de obra.
Su primer acercamiento a Vélez Sarsfield fue desde temprano, en 1913, cuando se asoció al club por la cercanía con su nuevo hogar en Flores. Además del negocio familiar, Amalfitani comenzó también a conocer el mundo del deporte a través del periodismo, una profesión que eligió estudiar en paralelo a sus trabajos y que desarrolló en el diario La Prensa.
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Sin embargo, su desempeño en los medios fue rápidamente opacada por su tarea en Vélez: comenzó como representante del Fortín en la Asociación del Fútbol Argentino y con apenas 26 años fue elegido como presidente en 1920. Comenzaba la leyenda…
José Amalfitani, su obra en Vélez Sarsfield
Pepe fue el mandamás de la institución hasta 1925, cuando dejó el cargo y volvió a dedicarse al negocio familiar. Sin embargo, las cosas no fueron bien para Vélez: en 1940, el equipo de Liniers descendió por primera y única vez en su historia y sufrió una fuerte crisis financiera. José Amalfitani sintió el llamado de su corazón…

En ese mismo 1940, Pepe hipotecó su casa para solventar las deudas de Vélez. Al año siguiente hubo elecciones y fue elegido sin discusión como presidente. En un encendido discurso de asunción, proclamó: “Mientras haya diez socios, el club continuará en pie. No me importa si está en Segunda o en Tercera”.
El ascenso se demoró más de lo esperado. Vélez ganó el torneo de Primera B en 1943, con Victorio Spinetto como DT y en coincidencia con la inauguración de la cancha en su actual predio. Amalfitani supervisó en persona la construcción de esa mole que hoy sobresale al final de la avenida Juan B. Justo, cerca del límite entre ciudad y provincia de Buenos Aires.
Luego de su primer mandato, Pepe fue reelecto seis veces más. Y ahí siguió hasta su fallecimiento, en 1969. “Si se hubiera dedicado a la actividad privada hubiese sido un magnate, pero con otra idea porque le gustaba lo social. Nunca persiguió el dinero”, declararon sus nietos tiempo después, recordando su austeridad, que se reflejaba en los hábitos, y su abnegación.

El gran mérito de Amalfitani fue haber hecho de Vélez un club modelo desde lo social por sus instalaciones y por sus múltiples disciplinas. Fruto de todo ese trabajo y del fuerte hincapié en las categorías formativas, Pepe logró su sueño justo un año antes de morir: en 1968 y con Carlos Bianchi como goleador, Vélez se consagró campeón del fútbol argentino por primera vez en la historia, quedándose con el Campeonato Nacional tras imponerse en un triangular de desempate frente a River y Racing.
Su paso a la inmortalidad
José Amalfitani, asiduo fumador pese a las recomendaciones médicas y familiares, falleció de un cáncer de pulmón el 14 de mayo de 1969, después de una vida dedicada a Vélez Sarsfield, construyendo un club que hoy es una referencia en Argentina y América del Sur.
El estadio del club lleva hoy su nombre, y las paredes están decoradas con dos frases que Pepe dejó para la historia: “Cada chico que entra al club es un campeonato ganado” y “El cemento es mudo, pero elocuente”. El poder de sus divisiones inferiores y el nivel de su infraestructura son dos grandes orgullos del Fortín en la actualidad.
Su legado, incluso, traspasó la camiseta con la V azulada: cada 14 de mayo se celebra en el fútbol el Día del Dirigente Deportivo, en homenaje a uno de las más grandes figuras que han cumplido ese rol en instituciones de nuestro país.
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