La lista de Scaloni: cuando Nicolás Otamendi viajaba más de dos horas en colectivo con su mamá desde Tigre a Ituzaingó
El defensor de 34 años disputará en Qatar su tercer Mundial. En su comienzos, su madre lo acompañaba en colectivo desde el barrio La Paloma hasta Parque Leloir, donde se entrenaba con Vélez. El zaguero siempre vuelve a su lugar.
Nicolás Otamendi (34) está a días de comenzar la disputa de su tercer mundial de fútbol con la Selección Argentina. Muy lejos parecen haber quedado aquellos largos viajes que hacía en colectivo para ir a entrenarse, con el sueño latente de ser futbolista profesional. Dos vidas que confluyen en la historia de un «caudillo» que perseveró para ocupar el lugar que tiene en el equipo que Lionel Scaloni lleva a Qatar para buscar traer la Copa del Mundo a la Argentina.
Gritón dentro de la cancha y callado afuera, el marcador central creció en el barrio La Paloma, de la localidad de El Talar, en el partido de Tigre. Allí, en esa humilde zona de casas bajas del norte del Conurbano, se vinculó con el deporte desde muy chico. Primero hizo taekwondo, luego practicó boxeo en un gimnasio hasta los 14 años. Pero se inclinó por el fútbol, su gran pasión, que arrancó a los 8 en clubes como Barrio Nuevo y Villa Real de San Fernando.
Cuando fichó en Vélez Sarsfield, su madre Silvia lo acompañaba en el largo viaje que tenía hasta la Villa Olímpica de Parque Leloir (partido de Ituzaingó) donde debía presentarse a las prácticas. Se tomaban el colectivo 721 hasta la Autopista Panamericana, luego el 15 y más tarde el 57 en Puente Boulogne. Eran alrededor de dos horas para ir y otras dos para volver.
A medida que fue creciendo, comenzó a ir solo. Los bolsillos de la familia ya no aguantaban dos boletos todos los días, pero Silvia siempre se ocupó de prepararle la vianda para que pudiera almorzar en el predio y sostener vivo ese sueño que terminó cumpliéndose: Nicolás Otamendi debutó en Vélez en 2008 y fue campeón en el recordado equipo del 2009 que venció a Huracán en el partido decisivo.
Luego, una extensa y exitosa trayectoria que lo tuvo jugando en el Porto de Portugal, Manchester City de Inglaterra (bajo las órdenes de Pep Guardiola), Valencia de España, Atlético Mineiro de Brasil y hoy en el Benfica portugués. La camiseta de la Selección comenzó a vestirla con 22 años en la etapa de Diego Maradona como director técnico, quien lo llevó al Mundial de Sudáfrica 2010, donde disputó cuatro partidos. Tras su ausencia en Brasil 2014, volvió a tener su oportunidad en Rusia 2018 donde también jugó cuatro encuentros.
Durante el ciclo de Lionel Scaloni, el ex Vélez se volvió uno de los pilares de la defensa y alcanzó una marca que lo enorgullece: entró entre los diez jugadores con más presencias en el equipo nacional, superando a Maradona. Además, integró el equipo que se coronó con la Copa América en Brasil en 2021.
El cariño que todo el barrio La Paloma le tiene a Nicolás Otamendi
Silvia, la mamá del futbolista, sigue viviendo en la calle Cruz del Sur del barrio La Paloma de Tigre donde su hijo creció y donde, pese a triunfar en Europa, siempre regresó cuando tuvo algunos días de vacaciones. Con otros futbolistas, iba a bailar a Tropitango, el famoso boliche de la zona, y quedarse en la vivienda de su familia.
En el living de esa casa, su mamá miraba por televisión los partidos de la Premier League y analizaba los rivales que su hijo iba a tener que enfrentar. «Yo le comentaba las características, con qué tenía que tener cuidado, todo. Me escucha, pero una vez me preguntó si quería dar yo la charla en lugar de Guardiola», contó la mujer en una nota con Clarín cuando Nicolás estaba todavía en Manchester City.
En el barrio, a Nicolás Otamendi lo quieren todos. Nadie olvida aquel chico que, siendo adolescente, mostraba a cada momento su compromiso con el fútbol. Diego Oliveira, ex encargado del Polideportivo Las Violetas de la zona, contó: «Los amigos encaraban para el boliche de acá y él se iba a descansar porque quizás entrenaba al otro día. Siempre profesional».
Tras la obtención de la Copa América en Brasil el año pasado, el marcador central volvió a la casa de su madre y no tuvo problema en asomarse a las rejas que dan a la calle para firmar autógrafos y tomarse algunas fotos con los vecinos, esos que lo apoyaron en el camino hacia la gloria y que harán más fuerza que nunca para que traiga la copa desde Qatar.