Aplausos y emoción: Paula Pareto cerró su brillante carrera para volver a su vida en Zona Norte

Buenos Aires. Deportes
·
24 de julio de 2021

La Peque se retiró con diploma en Tokio 2020. Nacida en San Fernando, radicada en Tigre y con trabajo en el Hospital Central de San Isidro, la judoca de 35 años fue despedida con honores en la Villa Olímpica.

Paula Pareto cerró con honores su brillante carrera deportiva. La judoca de 35 años llegó al diploma olímpico en los Juegos de Tokio 2020, en la categoría hasta 48 kilos que la vio ganar dos medallas, aunque el reconocimiento más grande se lo llevó con el recibimiento que le ofreció el resto de la delegación argentina en la villa, con un pasillo y aplausos interminables.

Así, la Peque clausuró una trayectoria de excepción para darle paso a la próxima instancia de su vida, en la que volverá a moverse como una vecina más de la zona Norte del Gran Buenos Aires, el lugar que la vio nacer, crecer y al que siempre retornó.

Traumatóloga recibida en la Universidad de Buenos Aires, Pareto trabaja en el Hospital Central de San Isidro, uno de los más reconocidos en el Conurbano. De tal modo, se mantiene en su sector de influencia: nació en San Fernando y tiene en Tigre la casa que tantas veces se vio en sus redes sociales como lugar obligado para entrenarse durante el confinamiento generado por el coronavirus.

La propia deportista lo dijo tras no poder llegar a la final del repechaje por la medalla de bronce. “En verdad, fue dentro de todo bueno. No me veía compitiendo en estos Juegos. Creo que fui fiel a mis principios de dar todo, hasta la última gota, no dejar nada”, reconoció entre lágrimas ante las cámaras de TyC Sports. “Estoy contenta del lugar hasta dónde llegué. La verdad que no pensaba llegar a estos Juegos. Espero que lo hayan disfrutado hoy y todos estos años porque esta fui mi última competencia nacional, internacional y en la vida”, agregó la judoca.

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La Peque en su momento máximo de gloria: el oro en los Juegos Olímpicos de Río 2016.

Pareto ya había tenido su merecido homenaje en la ceremonia inaugural de los Juegos de Tokio 2020 al representar al continente americano entre los seis deportistas que portaron la bandera olímpica. Era una forma de reconocerla no solo como campeona en lo deportivo, sino también por su trabajo cotidiano como personal de salud en medio de la pandemia de Covid-19.

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“Fue una sorpresa que me hayan elegido a mí entre tantos deportistas olímpicos. Si bien fue en el contexto de lo que fue el Covid-19 y por eso eligieron a gente relacionada con el ámbito médico, para mí fue un gran honor llevar esa bandera. Los anillos olímpicos son lo más lindo que tiene el deporte olímpico por todos los valores que eso representa”, detalló.

La Peque alcanzó el cenit de su carrera en Río 2016, cuando se coronó campeona olímpica y se quedó con su segunda medalla, sumada al bronce que había ganado en Beijing 2008, su debut en los Juegos.

La última cita olímpica de Paula Pareto

En su cuarta participación en los Juegos Olímpicos, Pareto disputó cuatro combates en Tokio 2020. Cayó en el último, un repechaje por la pelea del bronce: perdió por waza-ari con la portuguesa Catarina Costa, a quien abrazó y felicitó sobre el tatami del Centro Nippon Budokan, en un gesto de generosidad que postergó sus sentimientos por realizar su última intervención en los Juegos.

Al retirarse del espacio de lucha, la argentina se fundió en un sentido abrazo con su entrenadora Laura Martinel, soltó lágrimas de emoción y luego recibió el cálido saludo de las autoridades de la delegación argentina, entre ellas, el presidente del Comité Olímpico (COA), Gerardo Werthein.

Pareto afrontó su última lucha en Tokio con una limitación física por el esguince de codo izquierdo que sufrió en la anterior derrota por ippon ante la japonesa Funa Tonaki, tercera del ranking mundial, en los cuartos de final de su división.

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Paula Pareto en el Hospital Central de San Isidro: allí ejerce como traumatóloga.

La judoca que defendía el título olímpico logrado en Río 2016 terminó ese cruce con dificultades para mover su brazo luego de una toma de su rival, que la mantuvo contra el piso y forzó el fallo del árbitro mongol Enkhtsetseg Turbat.

La Peque, número 6 del ranking de la Federación Internacional de Judo (ITJ), quedó tendida en el suelo, se levantó con dificultad y se retiró del recinto con signos de dolor. «El problema es en el codo, necesito que me vea el médico», avisó a la televisión en un mensaje de incertidumbre sobre su futuro en la competencia.

Un rato después se confirmó que iba a afrontar su compromiso por el repechaje, pese a la lesión sufrida en la articulación del brazo. La argentina hizo el calentamiento previo con un vendaje pero finalmente se lo quitó en una nueva muestra del coraje que la distinguió durante su carrera.

La derrota con la portuguesa, octava del escalafón mundial, la dejó sin chances de medalla y con un diploma que ganó por segunda vez, como ocurrió en Londres 2012 cuando fue quinta.

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Una postal de la vida cotidiana: Pareto y una reunión en un bar de Tigre, con su papá y amigos.

Los otros dos Juegos asumidos por la mejor judoca argentina de la historia acabaron con una medalla en su cuello: bronce en Beijing 2008 y oro en Río 2016, lo que la convirtió en la primera mujer argentina en coronarse campeona olímpica.

La originaria de San Fernando pasó tres lustros en la elite del deporte internacional con una amplia cosecha que incluye también haber sido medallista en tres Juegos Panamericanos (bronce en Río de Janeiro 2007, oro en Guadalajara 2011 y plata en Toronto 2015).

Del mismo modo, fueron tres las preseas que recaudó en Campeonatos Mundiales: plata en Cheliabinsk (Rusia) 2014, oro en Astaná (Kazajistán) 2015 y bronce en Bakú (Azerbaiyán) 2018.

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La judoca en uno de los tantos entrenamientos que mostró en su casa de Tigre.

La consagración como campeona del mundo en Kazajistán frente a la japonesa Haruna Asani redundó en el premio máximo reservado cada año para el deportista argentino de mayor relevancia: el Olimpia de Oro en 2015.

Con la misma tenacidad mostrada en el tatami, luchó los últimos años contra una hernia cervical que la sacó de competencia en los Panamericanos de Lima 2019 y que la condicionó en el posterior Mundial de Japón, donde se clasificó séptima.

En octubre de ese mismo año pasó por el quirófano y desde entonces inició su preparación para estos Juegos, sin saber que una pandemia aplazaría un año su despedida olímpica. A lo largo de toda su carrera, Pareto redondeó una producción de 21 medallas de oro, 12 platas y 17 bronces.

Una vida en Zona Norte

Su relación con el deporte comenzó a temprana edad, en la escuela y en el Club San Fernando, del que fue socia de chica junto con su hermano Marco, que es un año menor que ella y resultó ser el responsable de que se inclinara por el judo.

“De muy chica hacíamos hockey y gimnasia deportiva en el colegio. Mi hermano empezó judo y cuando vi lo que hizo la primera clase, me entusiasmé y en la segunda ya arrancamos los dos. Yo tenía nueve años. El judo me pareció un deporte muy diferente al resto”, expuso la Peque.

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De todos modos, terminó de inclinarse por el arte marcial ya adolescente, ya que por su contextura física (1,50 metro) hasta los 15 años también practicó gimnasia deportiva.

Si bien la actividad deportiva la llevó durante más de una década a viajar por todo el mundo y a ser becada por el Estado argentino a través del Enard, Pareto nunca perdió el foco pensando en el día después del final de su carrera en el judo, por lo que mantuvo sus estudios universitarios en la especialidad de Traumatología, en la que se recibió en 2014. Afrontó la residencia en el Hospital Central de San Isidro, el mismo que la tiene en la actualidad como parte del plantel médico y donde volverá pronto a atender pacientes como la doctora Paula Pareto.

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