La primera final en un Superclásico: la historia de una avivada y un gol fantasma que tardó 43 años en aparecer
Rubén Suñé, el Chapa, sacó patente de ídolo definitivo en Boca después de haberle convertido a River el tanto que definió un campeonato. Cómo se hizo para tener la imagen del momento que quedó en la historia.
La final de Madrid quedó en la historia como el último mano a mano entre Boca Juniors y River Plate. Pero hubo otros duelos de Superclásico que definieron un título. El primero de ellos tiene además una historia casi detectivesca, porque el tanto anotado por Rubén Suñé, el Chapa, fue conocido durante 43 años como el gol fantasma.
Desde 1967 hasta 1985 el fútbol argentino dividió su competencia en dos torneos: Metropolitano y Nacional. El primero involucraba a los equipos del AMBA, según la denominación actual, más representantes de La Plata y Santa Fe (en 1979, por mérito deportivo, se agregaron los cordobeses). El segundo de aquellos certámenes era más breve, tenía carácter federal, se prolongaba hasta las noches calurosas de diciembre y solía generar las celebraciones más ruidosas, debido a la proximidad con las fiestas.
Así ocurrió en 1976, con el agregado de que hubo una final a partido único en cancha neutral para definir al campeón y, dato de especial significación, los protagonistas fueron nada menos que Boca y River, que hasta entonces nunca habían afrontado una instancia semejante.
El Superclásico que definió un título
Aunque desde la implementación del profesionalismo fue común que se enfrentaran en las últimas fechas, Boca y River nunca habían definido un campeonato mano a mano en 90 minutos. La primera vez fue el miércoles 22 de diciembre de 1976 en Avellaneda, estadio de Racing, con entradas agotadas desde un día antes (62.000 populares, según el informe oficial) y parcialidades de ambos cuadros.
Boca, dirigido por Juan Carlos Lorenzo, venía de conquistar el Metropolitano en agosto. River, bajo la conducción de Ángel Amadeo Labruna, había descuidado el frente doméstico para enfocarse durante el primer semestre en la Copa Libertadores, donde perdió con Cruzeiro de Belo Horizonte al cabo de tres encuentros.
Los colosos del fútbol argentino partieron como favoritos en el segundo torneo del año, con Huracán y Talleres de Córdoba -jerarquizados por varios jugadores del seleccionado argentino que empezaba a imaginar César Luis Menotti para el Mundial 78- como principales enemigos.
También se anotaban dos chicos del sur bonaerense con intenciones de mezclarse en la discusión: Quilmes, que acababa de retornar a la máxima categoría, y Banfield, comandado por el maestro Adolfo Pedernera, que llamaba la atención por su estilo ofensivo y el color anaranjado de su camiseta.
Un anticipo de los formatos actuales
En el Nacional 76 intervinieron 34 equipos separados en cuatro zonas, dos de ocho y dos de nueve. Los dos mejores de cada grupo avanzaron a cuartos de final, instancia en la que Boca superó 2-1 a Banfield, River venció por el mismo tanteador a Quilmes, Huracán derrotó 2-0 a Newell’s Old Boys y Talleres aplastó 4-0 a Unión.
Ya en la etapa de semifinales, el domingo 19, Boca eliminó a Huracán (1-0, con un gol madrugador de Ernesto Enrique Mastrángelo) en la vieja Doble Visera de Independiente. A la misma hora, en la Bombonera, River dejaba en el camino a Talleres por idéntico resultado, gracias a un cabezazo de Daniel Alberto Passarella. Al término de ambos encuentros, se cruzaron simpatizantes millonarios que volvían a la zona sur e hinchas xeneizes que regresaban a Capital Federal. Apenas hubo chicanas, duelos verbales.
El tiro libre del Chapa Suñé, un gol con historia
Apellidos ilustres jugaron aquel Boca-River decisivo. Gatti; Pernía, Sá, Mouzo, Tarantini; Veglio, Suñé, Ribolzi; Mastrángelo, Taverna y Felman (Zanabria) de un lado. Fillol; Comelles, Perfumo, Passarella, Héctor López; Juan José López, Merlo, Beltrán (Cocco); Pedro González, Luque y Más.
Fue para los de azul y oro, levemente superiores, merced a una avivada de Rubén José Suñé. El árbitro Arturo Ithurralde les había advertido en la previa al volante xeneize y a Roberto Alfredo Perfumo, los capitanes, que no era necesaria su orden para jugar los tiros libres, con el objeto de darle más ritmo al partido.
El Chapa Suñé se acordó de aquella indicación a los 27 minutos del segundo tiempo, vio que Ubaldo Matildo Fillol demoraba en armar la barrera y le pegó de derecha. La metió en un ángulo. Fue un golazo del que no hubo imágenes durante 43 años. Una paciente búsqueda, motorizada por la Subcomisión de Historia de Boca, permitió el hallazgo.
Ese tiro libre de Suñé existió y para Boca valió un campeonato.
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