La historia del Bar Tokio, un emblema de San Justo que sorpresivamente debió cerrar sus puertas después de 40 años

La Matanza. Sociedad
·
22 de marzo de 2023

Ubicado en el corazón del distrito, el reconocido café dijo adiós y sirvió sus últimos desayunos. Fue un punto central de la vida política y social de La Matanza. Cuatro décadas que conservan historias de todo tipo.

El local de la emblemática esquina de Arieta e Hipólito Yrigoyen cerró sus puertas: se trata del Bar Tokio, el histórico café de San Justo que debió decir adiós después de 40 años de permanencia y causó conmoción en los vecinos de la zona. Durante estas cuatro décadas, reconocidas figuras se sentaron en las mesas de Tokio y así se convirtió en un espacio clave a la hora de discutir los destinos de la política de La Matanza.

Ubicado frente a la Plaza San Martín, a metros de la Catedral y del Palacio Municipal, el pasado 17 de marzo el bar sirvió su último café y comenzó a embalar tazas, platos y cubiertos. Según trascendió, la crisis económica venía golpeando a Tokio y el tiro de gracia lo dio la decisión de no renovar el contrato de alquiler tomada por los propietarios del local, que les cayó como un baldazo de agua fría a los dueños del comercio gastronómico.

La historia del Bar Tokio, un emblema del centro de San Justo que sorpresivamente debió cerrar sus puertas después de 40 años
Era reconocido por su café de calidad.

El bar fue un sitio emblemático para San Justo. Fue concurrido no sólo por los vecinos de la zona, sino también por importantes personajes que se sentaron a debatir la coyuntura política de La Matanza. Figuras como el intendente Fernando Espinoza; la vicegobernadora Verónica Magario; el primer intendente desde el regreso a la democracia, Federico Russo y Jacinto Aluy, histórico dirigente radical, tomaron un café allí.

También se puede mencionar a José Tucci, dirigente de extensa trayectoria en el peronismo matancero; el ex diputado provincial José de Miguel; el diputado nacional, senador provincial y exintendente de La Matanza, Alberto Balestrini, y la mayoría de los concejales de la comuna pasaron también por sus mesas, debido a la cercanía que el bar tenía con el edificio del Honorable Concejo Deliberante de La Matanza.

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La historia y despedida del Bar Tokio, un emblema de San Justo

Cuatro décadas de funcionamiento sembraron historias y anécdotas que tuvieron al bar como escenario. Amistades, rupturas amorosas, renuncias laborales y discusiones políticas sucedieron en la esquina de Arieta e Hipólito Yrigoyen.

En los días previos al cierre, numerosos vecinos se acercaron a tomar el último café y compartirlo con sus hijos. Guido Medina, mozo que trabajó durante 20 años en Tokio, fue uno de los tantos testigos de la vida del local, quien a su vez compartió la experiencia allí.

La historia del Bar Tokio, un emblema del centro de San Justo que sorpresivamente debió cerrar sus puertas después de 40 años
Guido Medina, el mozo que trabajó durante 20 años en Tokio.

“Empecé desde muy joven, cuando llegué no podía creer lo que trabajaba este bar. Hoy tengo cerca de 50 años y acá viví muchos momentos lindos. Hemos pasado por un montón de etapas, buenas y malas, y siempre las fuimos superando; incluso la pandemia. Sobrevivimos a todo eso, pero llegó la triste noticia: los propietarios no renovaron el contrato de alquiler y hoy estamos cerrando”, contó Guido.

El camarero relata cómo fueron los últimos días, luego de que la noticia del cierre se hiciera conocida entre los vecinos de la zona. Asegura que le “impactó la reacción de la gente” y que esos gestos lo emocionan. “Eso es algo que me lo llevo para siempre. Es muy fuerte. Todas esas cosas me hacen entender la dimensión de lo que era el bar y pensar que estuve en un lindo lugar, en un ícono de la zona”, expresó a El Digital1.

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Según el mozo, en el Bar Tokio “se prometieron matrimonios, alguno renunció a su trabajo y los Boca-River eran una locura». Dijo a su vez que le «dejó muchos amigos, gente muy buena». Por ello, reflexionó: «Me genera mucha tristeza el cierre, quiero agradecerle a mi jefe, fue un honor y un placer laburar con él. También a mi familia y a esos clientes y amigos que siempre estuvieron”.

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